domingo, 1 de septiembre de 2019

1092019

Después de percibir las suaves y cálidas manos del sufrimiento, bastaron unos minutos para verme sometida a la rendición. Muchos dirían que fue una decisión egoísta frente a una mañana tan gloriosa, y quizás tengan razón... mi ser es imperdonable.
La culpa fue un destello inmediato que sólo logró reafirmar mis anhelos: despojarme de los retratos vistos, de toda la carga que suscita el despertar, de mi desnuda silueta en la oscuridad, de desaparecer sin dejar ir muy lejos a las cenizas; quise terminar y volver a la desesperación silenciosa, a los altos y mudos senderos de la superficie. Y entonces apareció una voz. Mis innumerables llamados previos, quedaron reducidos a la necesidad. La necesidad, si puede ser llamada así, de contradecirme... ya sabes, por un poco de sentir
Junté toda la cantidad de palabras desconocidas para el lenguaje y las convertí en un mapa, algo que lograra justificar al abandono.
Mis recuerdos fueron tan fugaces, como si no hubiesen sido reales, como si no hubiesen dejado de temblar. Me repugnaba la enajenación. El blanco lo envolvió todo y quise vomitar... tan cerca de entregarme al olvido por un poco de calma.
De nuevo, intenté visualizar a las palabras, esta vez trazando símbolos sin sentido. Su eco abrazaba las zonas inexploradas de mis noches largas y punzantes. El agobio se asomó sin prisa. No estaba segura del camino, claro. Alrededor, todo estaba lleno de sombras que susurraban cosas que no entendía, parecía una cueva interminable... esa delicadeza me hizo pensar que quizás así hablaba la muerte, con maternidad, como si fuéramos suyos. Uno le devolvía el abrazo sin ganas con tal de perpetuarse. Sentirla tan cerca fue un alivio y un horroroso llamado a mis adentros: estaba en medio del abismo.
Intenté sentir de nuevo la pasión que esconde la transparencia, darle sentido al alma; pero un paso más me hundió los hombros hasta suelo. Ya me encontraba perdida. Esa cálida voz tomó un pequeño aliento, burlándose de mis intentos vagos por permanecer, pero no me dejó sola. Si no supiera de sus intenciones, le hubiera agradecido por la compañía.
Mi cuerpo, con la carne quemada y viva, en medio del éxtasis y del letargo, me abandonó. Las corrientes de bondad, de fuerza, los delirios, se vieron reducidos a la nada. No había notado las lágrimas hasta que llegaron a mi boca, la última sensación de vida que me terminó por convencer. Demasiado hermoso, demasiado intenso. Un sentimiento tan dulce y, al mismo tiempo, tan sombrío. Nada que no fuera tan próximo a la Muerte podría ser tan sublime.

lunes, 23 de noviembre de 2015

E.E. Cummings

ESTÁS CANSADA 

Estás cansada 
yo creo 
del perpetuo enigma de vivir y sus afanes; 
y yo también. 

Ven conmigo, pues, 
y partiremos muy lejos 
sólo tú y yo, ¿comprendes?. 

Tú has jugado 
yo creo 
y has roto tus juguetes más queridos, 
y ahora estás algo cansada; 
cansada de las cosas que se rompen, 
cansada, eso es todo. 
Yo también. 

Pero vengo con un sueño en mis ojos esta noche, 
y llamo con una rosa 
a la desolada verja de tu corazón. 
¡Ábreme! 
Que yo te mostraré lugares que nadie conoce 
y, si tú quieres, 
las perfectas regiones del Sueño. 

¡Ah, ven conmigo! 
yo te encenderé esa maravillosa burbuja, la luna, 
que perenne flota. 
Te cantaré la canción jacinto 
de las probables estrellas, 
y buscaré en las apacibles estepas del Sueño, 
hasta encotrar la Flor Única, 
que sustentará yo creo tu tierno corazón 
mientras la luna se eleva desde el mar.